Cuando hablamos del Carnaval en Canarias es común pensar en las grandes cabalgatas de Santa Cruz de Tenerife o en las excéntricas Drags Queen de Las Palmas de Gran Canaria. Sin embargo, hay otras islas cuyas tradiciones carnavaleras merecen ser reconocidas. En esta ocasión, nos referimos a los diabletes de Teguise, una fiesta popular que no debes pasar por alto si visitas Lanzarote.
A diferencia de lo que ocurre en las islas capitalinas, donde las fiestas se han convertido en un atractivo turístico internacional, el carnaval conejero todavía exhala tradición y un aire íntimo que enamora desde el primer instante. Teguise es un pueblo situado a unos 15 kilómetros de Arrecife y a 43 de Playa Blanca, al que puedes llegar fácilmente con tu coche de alquiler barato en Lanzarote. Lo primero que sorprende es su arquitectura colonial, vestigio de otra época. No en vano, Teguise fue la capital de la primera isla colonizada de Canarias, lo que sin duda aporta un gran valor histórico a toda su arquitectura.
Generalmente, se trata de una población tranquila, donde la vida se vive con calma y parsimonia. Pero al llegar Carnaval los vecinos de Teguise se transforman. Ataviados con los trajes típicos de diabletes, recorren las calles del pueblo gritando y asustando a niños y jóvenes. Los disfraces son una alegoría al chivo y al diablo y se componen de una máscara que simula la cabeza de un toro negro. Lo más característico de ella son los grandes cuernos y la extensa lengua roja. Además, la vestimenta incluye un traje estampado con rombos negros y rojos, así como complementos como cencerros, trapos y sacos de arena.
Hay quien sitúa el origen de esta tradición en América. Se cree que fue un inmigrante procedente de allí quien trajo consigo esta peculiar costumbre, que consiguió evolucionar y hacerse parte de la vida de los ciudadanos de Teguise. No obstante, esta versión no está corroborada y confronta con quienes afirman que los diabletes provienen de la mezcla de las creencias aborígenes con otros elementos traídos por los castellanos, así como por las costumbres de los pueblos africanos y moriscos que llegaron a la isla en calidad de esclavos.
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